Desde mi Sofá | Obed Silva
Tijuana, B. C. 22 de mayo de 2022.- En México existen dos formas de juzgar y sentenciar a las personas. La primera, a través de las redes sociales y demás medios de comunicación. La segunda, mediante tribunales previamente establecidos, donde se cumplan las formalidades esenciales del procedimiento y conforme a las Leyes expedidas con anterioridad al hecho, según reza el artículo 14 de la Constitución mexicana.
Debido al hartazgo provocado por la ineficiencia de las autoridades persecutoras y juzgadoras, las personas simpatizan más con los juicios sumarios emitidos en los medios de comunicación que con los desahogados en los tribunales establecidos para ello.
Basta y sobra que se monte una bien armada campaña de publicidad para que en “el tribunal” de los medios de comunicación se lleve a cabo un proceso sumario en el que, sin ofrecer pruebas y mucho menos oír al acusado, se emita la condena y se imponga como sanción el desprestigio social.
El daño es irreparable pues en el imaginario popular quienes son sentenciados por los medios de comunicación siempre son culpables.
El recurso del montaje de juicios sumarios en los medios de comunicación es uno muy socorrido por las autoridades para obtener el beneplácito del público.
El pequeño gran detalle es que estos montajes atentan contra el debido proceso y la presunción de inocencia establecidas como garantías de legalidad para quienes pudieran ser acusados por algún delito y que al ser vulneradas, se propicia que él o los presuntos responsables queden sin recibir el probable castigo.
De acuerdo con los expertos, el debido proceso es el conjunto de formalidades que deben observarse en un procedimiento legal, para asegurar y/o defender los derechos y libertades de toda persona acusada de cometer un delito.
Por tanto, en el debido proceso se deben observar las condiciones para asegurar que toda persona acusada de un delito pueda defenderse y garantizar el cumplimiento de sus derechos.
El investigado se considera inocente hasta que se demuestre lo contrario y no es él quien debe acreditar su inocencia.
Por eso, en cada una de las instancias, el investigado debe ser tratado como si fuese inocente y solo la condena definitiva puede demostrar lo contrario.
Los montajes mediáticos provocan que en su interés por quedar bien con el público, los gobernantes terminan haciendo el ridículo pues en su afán exhibicionista pavimentan el camino a quienes pudiendo ser responsables de algún delito, obtienen el beneficio de la duda en virtud de los vicios que “en el procedimiento” provoca la misma autoridad que los acusa.
Los costos políticos que arroja el hecho de filtrar a los medios de comunicación que algún ex servidor público es responsable de un delito resultan ser mayores cuando las mismas autoridades le abren la puerta para la absolución.
Hasta parece que lo hacen adrede.
¡Nomás por joder!
El senador Monreal, quien va a la cola en la carrera presidencial, encontró su nicho de oportunidad argumentando que; “no nos podemos dar el lujo de sustraer, de eliminar a ninguno de los aspirantes que, con 5 ó 6 puntos, representan la unidad de Morena”.
De aspirante presidencial pasó a ser “factor de unidad”.